Fue poco tiempo, pero tuve la oportunidad de conectar con pacientes y experimentar realmente el día a día de la profesión que escogí y que tanto trabajo me costó terminar.
De ésos 2 años, obtuve algunas lecciones que quisiera compartir con todos, principalmente mis compañeros residentes de primer año en España, junto a los cuales ésta semana comenzaré esa etapa tan linda y agotadora de la carrera que llamamos residencia.
Algunas cosas sonarán de sentido común, pero no sé si has notado que el sentido común es el menos común de los sentidos (no sé quién lo dijo, pero es sumamente cierto). De igual forma, toma ésta entrada igual que muchas que encontrarás en éste blog: un consejo personal que humildemente comparto y espero sea de provecho para alguien.
1. Sé siempre humilde
Entrar a la residencia es un gran logro, y ser médico será siempre bien respetado por quienes te rodean, pero que nunca se te suba a la cabeza. No porque seas residente del año que seas, o jefe del servicio, puedes menospreciar a las personas a tu alrededor.
Eres parte de un equipo, y como tal debes respetar a todo el personal con el que trabajes (enfermeras, asistentes de pacientes, farmaceutas, etc), incluyendo a los pacientes. Recuerda que puedes aprender algo de cualquier persona, desde la persona que barre y limpia en el hospital, hasta del médico mas prestigioso del centro.
Ten siempre la mente abierta para escuchar a otros para que puedas aprender algo nuevo y aplicarlo a tu propia vida… no sabes las sorpresas que puedes encontrar si lo haces.
2. Recuerda siempre tu motivación
¿Recuerdas por qué quisiste entrar a la escuela de medicina? ¿Cuál fue tu motivación para convertirte en médico? Para algunos (me incluyo), el deseo altruista de ayudar a otras personas y curarles sus males fue la razón número uno para estudiar medicina; para otros, la curiosidad de aprender cómo funciona el cuerpo humano y cómo tratarlo, ha sido el principal motor por el cual iniciaron la carrera. Sea cual sea la razón, recuérdala siempre y no pierdas el norte.
Van a haber momentos durante la residencia donde vas a estar cansado, y sentirás que tu trabajo es poco reconocido por las personas a tu alrededor (incluyendo los mismos pacientes), y éso es normal. Pero no permitas que éso te lleve a querer tirar la toalla, pensar que te equivocaste de especialidad, o peor aún, no darlo todo en tu trabajo o incluso desquitarte con tus pacientes.
En esos momentos, puedes parar 5 minutos para respirar profundo y recordar la razón por la cual empezaste la carrera, y aprovecha para ver todo el camino ya recorrido y los logros que has alcanzado.
3. No te limites a hacer lo que te toca
En inglés existe la expresión «walk the extra mile» (o «camina la milla extra»). La idea es que siempre estés dispuesto a dar más de lo que se espera de ti. No te limites a solamente cumplir con un horario, o una serie de tareas durante el día.
Si terminas tus labores antes de tiempo, busca en qué puedes ayudarle a tus compañeros. Si te enteras que el fin de semana hay un congreso/seminario al que no estás obligado a ir, apúntate. Si puedes, aprende todo lo que puedas de los/as enfermeros/as que te van a poder enseñar muchísimo.
Haz todo lo que puedas, aprovecha el tiempo, ayuda a otros, involúcrate en todo lo que puedas. De éste modo vas a aprender muchísimo y vas a sentir una gran satisfacción (recuerda que «Hay más dicha en dar que recibir«).
4. Asegurate de no vivir en el hospital
Lo que quiero decir es que, no dejes de lado otras áreas de tu vida por estar envuelto en el ámbito laboral.
Hazte de un pasatiempo y dedícale tiempo. Practica un deporte varias veces a la semana. Toma clases de baile o cocina con tu pareja, o viajen juntos.
Todo aquello que hagas junto a tu carrera profesional no solo va a ayudarte a disfrutar el trabajo al despejar tu mente, sino que te ayuda a fortalecer tu carácter y te va a permitir disfrutar de la residencia muchísimo más.
Daniel
¿Qué otros consejos le darías a alguien que está por comenzar la residencia?
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